4 de diciembre de 2010

Cuotas

La costilla de Adan (George Cukor, 1949) es una comedia  que trata del caso de una una abogada que defiende a una mujer acusada de intentar asesinar a su marido, que presuntamente la ha engañado. La trama no resultaría nada especial de no ser por que el fiscal encargado del caso es el marido de la defensora. Y si a esto añadimos que la abogada y el fiscal son Katharine Hepburn y Spencer Tracy tenemos unos ingredientes explosivos en un guión magnífico.

Sin entrar en el detalle de los acontecimientos podemos decir que la abogada plantea la defensa en clave feminista y el fiscal consigue darle la vuelta a sus argumentos. ¡Inolvidable la escena de la pistola de chocolate! Recomiendo, a quien no la haya visto, que disfrute de la película.

Pero yo quiero hablar de un tema relacionado con el feminismo que últimamente está muy de moda: el de la cuotas. En esta España nuestra que nos toca vivir, no es políticamente correcto en ningún órgano directivo el no cumplir con la regla de las cuotas: que los cargos y puestos directivos estén repartidos al cincuenta por ciento entre ambos sexos.

Pienso que esta práctica es tremendamente injusta para las personas (hombres y mujeres). A la hora de ocupar un cargo que se designe al mejor preparado. Que resulta que los mejores preparados son más hombres que mujeres, es lo justo. Que son más las mujeres que los hombres, ¡magnífico! Pero no es de recibo que un puesto de responsabilidad sea ocupado por alguien (sea hombre o mujer, vuelvo a repetir) por el mero hecho de cumplir con una cuota.

Esta mañana he leído unas declaraciones, en la prensa electrónica, de Víctor García de la Concha, director de la RAE, que ahora abandona su puesto, manifestando que "establecer cuotas es una falta de respecto a la mujer". Explica García de la Concha que el porcentaje de mujeres en la RAE es muy reducido y que esto es fruto de la historia de una institución que fue creada en 1713, con los planteamientos de esa época.

Pienso que debería haber más mujeres en la Academia, como en otras instituciones, pero este problema no debe ser solucionado por el mero establecimiento de unas cuotas por la vía política. La solución debe ser resultado del cambio de la sociedad que permita que todos tengan las mismas oportunidades y que tanto hombres como mujeres lleguen a estar capacitados para que los mejores ocupen los cargos de responsabilidad.

La película de Hepburn y Tracy, que me ha servido de excusa para plantear esta opinión mía, cae, también fruto de la época en que fue rodada, en un feminismo machista. Recordemos que una de las pruebas de la abogada para demostrar la igualdad entre sexos es plantear que las mujeres pueden ser igual de fuertes que los hombres. Por cierto, y como detalle sin importancia, la actriz que personificaba a la testigo "tan masculina" en la prueba mencionada era Hope Emerson, la inolvidable Patience de "Caravana de Mujeres".

Lo dicho, no pierdan la oportunidad de ver la película.



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