18 de febrero de 2010

La educación de los piratas


Hay una escena en "Piratas del Caribe - La maldición de la Perla Negra" que me gusta mucho. Se trata del momento en que el joven Will Turner hace entrega al gobernador Swann de una espada que el mismo ha forjado. La hija del gobernador aparece en escena, bajando las escaleras, y saluda a Will de manera demasiado familiar. Éste, sin embargo, mantiene las formas y se dirige a ella como señorita Swann. Ella insiste y le pregunta:

- Will, ¿Cuántas veces debo decirte que me llames Elisabeth?

A lo que Will responde:

- Al menos una más señorita Swann, como siempre.

Durante este intercambio de frases la cara del gobernador muestra desagrado, por la actitud de su hija, y alivio, por fin, al escuchar la respuesta del joven. El gobernador, satisfecho, comenta:

- ¡Eso es, el chico tiene sentido de la propiedad!

Esta escena muestra un clasismo que era asumido por los Will Turner de la época, en algunos casos por convicción y en otros muchos por que no les quedaba más remedio.

Afortunadamente hoy en día las cosas son bien diferentes y se ha perdido ese sentido de la propiedad tan mal entendido. Aunque también estamos perdiendo el bien entendido sentido de la educación.

No hace mucho le decía yo a uno de los profesores de mi hija adolescente que gran parte de los problemas de disciplina que hay en los colegios quedarían solucionados si él, para los alumnos, fuera Don Manuel en vez de Manolo.

En la película, Will Turner logró el amor de Elisabeth Swann, escapando así a su destino y a su época. ¿Lograremos nosotros recuperar, en su justo termino, el sentido de la educación?


12 de febrero de 2010

Informática fácil

No hace tanto que la informática era una herramienta reservada a quienes entendían ese galimatías de instrucciones que aparecían en pantallas de fósforo verde, por no hablar de las tarjetas perforadas.
Hoy en día cualquiera tiene varios ordenadores en casa y los utiliza con soltura, o eso nos creemos. La mayoría de los usuarios, exceptuando a los mismos genios de siempre, utilizan los ordenadores de manera tan empírica que no son capaces de enfrentarse a un problema, por banal que sea. Existe un desconocimiento casi total de los fundamentos mismos de la informática.

Para muestra un botón. No hace mucho me llama por teléfono un amigo y me dice que el ratón de su equipo no funciona. En mi afán por ayudarle le pregunto si ve el puntero del ratón en la pantalla y me responde que sí. Le indico a continuación que mueva el ratón y me diga si el puntero se mueve o sigue parado. Mi intención era averiguar si el sistema se ha bloqueado para recurrir al socorrido "apágalo y vuelve a entrar". Mi amigo me responde que está moviendo el ratón y el puntero sigue inmóvil.

Cómo termina la historia no importa, pero sí el comentario que me hizo días después una tercera persona que se encontraba con mi amigo durante la conversación telefónica y que escenificaba el modo en que éste movía el ratón agitando la mano por delante de su cara.

La película "Piratas de Silicon Valley" nos cuenta los inicios de Bill Gates y Steve Jobs, culpables en gran medida, de esta universalización de la informática.

Pero veamos el lado positivo de la anécdota: mi amigo podrá utilizar el ratón para cascar algunas nueces, mientras el puntero sigue impávido y los demás aprovechamos las ventajas de esta magnífica herramienta.


11 de febrero de 2010

Tolerancia de ida y vuelta

Recuerdo gratamente la película "Enemigo mío" (Wolfgang Petersen, 1985) por los valores de tolerancia que transmite. Entiendo que la tolerancia es el respecto a las ideas, creencias o prácticas de los demás cuando son diferentes de las propias.

Dos seres completamente diferentes, abandonados en un planeta hostil, se ven obligados a convivir. Aprenden a tolerarse y a colaborar.

Tolerar no significa estar de acuerdo. La tolerancia no es asentimiento y convicción. La tolerancia es un camino de dos sentidos: es bueno exigir tolerancia para con mis creencias o ideas pero a la vez debo respetar las propias de los demás.

Es frecuente comprobar como las personas toleradas son las menos tolerantes. Respeta mi gusto por el color rojo, dicen algunos que te atacan cuando pintas tus paredes de azul.

En la película, la tolerancia lleva a Willis Davidge a un sentimiento más profundo por el pequeño Zammis: el cariño. Y lo demuestra cuando arriesga su vida por salvarlo.


9 de febrero de 2010

Mantenella y no enmendalla

Uno de los libros de Julio Verne que más me gusta es "La impresionante aventura de la Misión Barsac". El libro en realidad lo escribió su hijo a partir de algunos borradores inconclusos del propio Verne.

Aventuras, tramas y personajes igual de maravillosos que en otras novelas del autor quien nos lleva de la mano de un grupo de aventureros en busca de un secreto que se esconde en algún lugar de África.

El líder del grupo, el diputado Barsac, era un político de la época. Defendía que un político podía decir lo que quisiera, incluso mentir. Eso sí, nunca debía reconocer que lo había hecho, pues perjudicaría a su carrera. Es la sinrazón del "mantenlla y no enmedalla" que tanto caracteriza en nuestros tiempos a muchos, políticos incluidos.

¿No dice el refrán: de humanos es equivocarse y de sabios rectificar?


5 de febrero de 2010

Viajar en el tiempo

A mi, que me gusta la ciencia ficción, me resultan familiares los viajes al pasado o al futuro. En libros, series de televisión y películas es normal encontrar este tipo de planteamiento. Y una vez aceptada la posibilidad del viaje en el tiempo nos encontramos un alucinante mundo de paradojas que forman parte de más de una trama o guión.

Hace poco cayó en mis manos un libro que no es precisamente de ciencia ficción. Su título: ¿Qué sabemos del Universo?, de Juan Pérez Mercader, quien explica algunos de los misterios del Universo.

Hay un detalle, casi al final del libro que me ha llamado la atención. Se trata de una pregunta que se hace el autor acerca de cuestiones que nos intrigan a todos y que aún no tienen respuesta. El autor se pregunta si será posible algún día viajar al futuro a un ritmo mayor al que ya lo hacemos...

Va a ser que la vida es un apasionante viaje al futuro. Y se me ocurre pensar que el presente no es más que la imagen que vemos cuando nos asomamos por la ventanilla del vehículo que nos lleva al mañana.

Sorprendente pregunta la de Juan Pérez Mercader.